“...Y solitaria entendí que feliz en mi soledad, cada día lo extrañaba más...”.
-Mariana en confinamiento.
Por Sergio Rodríguez Prieto
13 de julio 2020. 

                                    Este encierro impuesto con una crueldad inédita no experimentada en años, limita nuestra capacidad intelectual (de por sí ya reducida con los años), lo que se refleja sin duda, al no entregarles a ustedes de manera periódica los temas que pudieran ser de su interés, o también de su desprecio, pero que igual los pongo a su consideración. Y así las cosas, me recargo en Rubén Blades , quien hace años nos recordaba que “...la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida...”, y así, un acontecimiento por cierto esperado, ha cambiado la perspectiva de este año ya nefasto, y de la vida misma: el nacimiento de Ana Isabella. Y, ¿por qué la referencia de que nace una leyenda? Les explico enseguida.

                                    Tiene que ser de esa manera, porque tal personita habrá de mostrar la esencia misma de lo que será vivir para trascender, a partir de una genética desconocida hasta ahora y que procedo a descubrirles. En la entrega denominada “Yo si me eduqué en una cantina”, explicaba la existencia de “Los Bigotones Z” (es decir, Erasto y Juventino Rodríguez Guzmán, es decir, mi padre y mi tío), como los administradores del Bar “Salón Granada” en la década de los 60’s del siglo pasado.

                                    Primera incógnita a resolver: ¿Por que la Z? ¿De dónde aparece el calificativo? Y una respuesta inicial, válida, un tanto útil, un tanto falsa, sería la siguiente: Se toma el apelativo del personaje identificado como Antonio Zeta (Emilio Fernández), o también nombrado “El Coronel Zeta”, de la película “La Cucaracha” (Ismael Rodríguez, 1959), en su papel de “villista” en decadencia ante una emergente y corrupta fuerza “carrancista” (a partir de la real división del ejército de la Convención), y que se ha sostenido con sus herencias hasta hoy día (y eso si no cambia ni con ochenta pandemias).

                                    Una peligrosa digresión: “La Cucaracha” (María Félix), “viuda” desde los primeros diez minutos de la película, reclama a quienes la colocaron en tal posición, entre ellos, al “Coronel Zeta”; pero en lugar de enfrentarlo plenamente, al sentir una atracción con tal persona (evidentemente y meramente física), decide “conquistarlo”. Lo logra medianamente, puesto que el referido, se encontraba más interesado por Isabel (¡Akela!), en cuerpo de Dolores del Río, mujer madura y educada. ¿Razón de la digresión? Destacar la épica escena de total empoderamiento femenino -aunque de existencia efímera-, desarrollada en la cantina del pueblo (otra vez ¡Akela!) por “La Cucaracha” y su amiga ocasional (en este caso, Flor Silvestre) cantando totalmente embriagadas y bien, el muy machista tema “La Chancla” (se dice que compuesta por Alfonso Esparza Oteo).

                                    Regresamos: existiendo la posibilidad de que la primera respuesta tuviera cierta lógica por el entorno y circunstancias cinematográficas del momento, sigue la duda: ¿qué tenía que andar haciendo la zeta en ese lugar, y en ese momento? Una segunda respuesta al misterio, sería el valor que tenía tal letra en el padre de los hermanos “Rodríguez Guzmán”. Quien instala la cantina “Salón Granada”, lo es precisamente José Z. Rodríguez, quien bautiza al bar con tal nombre, debido al gusto que tenía por el canto y por la canción compuesta por Agustín Lara, así denominada: “Granada”, compuesta en el año de 1932. ¿José Z. Rodríguez? Si. Pero, ¿cuál el significado de la zeta? Tarde lo supe, y ya con el apellido Rodríguez a cuestas. En cierto momento histórico, Álvaro Obregón se adueñaba de la situación política en México, procediendo al aniquilamiento de sus “enemigos”, reales o aparentes. Entre ellos, un señor de apellido Zapata, Emiliano de nombre. Así que exhibirse con tal etiqueta, no era muy conveniente, ni mucho menos algo seguro para mantenerse con vida en esa época. Por ende, Jose Zapata Rodríguez -mi abuelo- quedó en José Z. Rodríguez, y para efectos de registro civil (no muy rigurosos en tiempos post-revolucionarios), a sus hijos (Velia, Olga, Juventino y Erasto), les endilgó el apellido Rodríguez… Y así seguimos.

                                    Ahora otra digresión, meramente referencial: el “Salón Granada” aún se encuentra instalado en “la casi esquina” que conforman la avenida Álvaro Obregón y la calle Francisco Villa, colonia La Gremial de la ciudad de Aguascalientes. Sabemos que este par de “héroes “ no se llevaban bien, y aún no lo siguen haciendo ni en la cantina en cita, porque Villa no alcanzó a conformar la esquina. Consultar Google Maps.

                                    Como consecuencia de lo platicado, ¿qué les parece que tengamos a partir del 2020, en la vida de Aguascalientes y México entero, a un personaje real de nombre ANA ISABELLA ZAPATA? Ya de inicio suena bastante bien…

                                    Entonces, ya una vez registrado su sonoro nombre, y solo con dos letras invasoras, una “I” y una “E”, ¿cómo integrar su personalidad? Se me ocurre que sería de la siguiente manera: sin llegar a ser abogada tendrá sólida formación jurídica (como la madre); sin llegar a ser analista tendrá sólida formación en estadística (como el padre); sin llegar a ser “chef” sabrá cocinar buenos guisos (como la abuela); sin llegar a ser instrumentista sabrá disfrutar y comentar de la buena música, y puede que tenga hasta sus programas de “radio” o lo equivalente en su momento (como el abuelo). ¿Y las partes que faltan? Pues el entorno (“la nueva normalidad”) le dirá de qué manera tendrá que perfeccionar su formación. También le acercaré (obvio) las virtudes de Mariana, como aquel  cúmulo de adornos necesarios y complementarios que requiere su género. ¿Falta algo? Pues terminar de construir el entorno de favorecimiento para todo ello.

                                            Y así es como en este momento y justo a la mitad del año inexistente, surge una fuente de luz que alumbrará una esperanzadora línea de vida, ya urgente para retomar adecuadamente los valores de convivencia y felicidad.

P.D. Este esquema de vida lo puede asumir Ana Isabella sin conflicto alguno, o literalmente mandarlo al cabrón, también sin conflicto alguno, al fin y al cabo será su vida de plena libertad la que conforme su personalidad.

Aguascalientes, Ags.
A la mitad del año del confinamiento.
Sergio Rodríguez Prieto.



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