De normalistas, represión y aniversarios. ¿Qué sucedió el 2 de junio de 2010? Por Carlos Gutiérrez Gutiérrez Aguascalientes...
De normalistas, represión y aniversarios.
¿Qué sucedió el 2 de junio de 2010?
Por Carlos Gutiérrez Gutiérrez
Aguascalientes Ags., 4 de junio.- Como cada año, las
estudiantes de la escuela normal rural “Justo Sierra”, de Cañada Honda, habían
turnado su pliego petitorio, sin embargo, ante la indiferencia de las
autoridades de educación, a quienes después de todo les quedaban cinco meses en
el cargo antes de finalizar sexenio, menospreciaron
el conflicto, enconando las posturas y la tarde del 2 de junio de 2010, las
normalistas, apoyadas por estudiantes de otros planteles del país, tomaron las
instalaciones del Instituto de Educación, reteniendo a funcionarios y a un
reportero, al interior del inmueble.
Suena mi teléfono, eran ya las 7:00 de la noche,
al ver que era mi jefe y por la hora, sabía que algo delicado había sucedido.
-Señor
Ombudsman, a tus órdenes.
-Necesito
que te traigas tu cámara, voy rumbo a tu casa y necesito con urgencia que me
acompañes- fue la instrucción que me dio el entonces titular de la Comisión
de Derechos Humanos, Omar Williams López. Yo era el coordinador de comunicación
social del organismo.
La llamada inesperada, su tono de voz agitado
y con el tema de las normalistas, que días antes ya habían puesto de cabeza el
tráfico con sus bloqueos, intuí que algo delicado estaba sucediendo.
Cuando llegó a casa por mi, camino al
Instituto de Educación me instruyó a documentar en imágenes todo lo que estaba
por suceder, ya que le habían llamado advirtiendo de la radicalización del
operativo de la policía y nuestra presencia buscaría, tratar de inhibir la
violencia y un trato moderado hacia los estudiantes que sumaban más de un
centenar, apostados afuera y en el interior del Instituto.
-Esto se está poniendo cabrón, necesitamos que dialoguen y que lleguen a acuerdos
porque veo cada vez menos tolerancia del gobierno, y más encrespados los ánimos
de las normalistas- me soltó mi jefe mientras conducía veloz rumbo al IEA.
Al llegar, el boulevard a San Luis Potosí ya estaba
bloqueado por decenas de patrullas, de tal forma que, dejamos el auto retirado
del lugar en donde estaban los elementos de la policía estatal, al mando del
general Rolando Eugenio Hidalgo Eddy, quien se distinguía por su intransigencia
y violencia en sus operativos contra delincuentes, pero esta vez eran
estudiantes.
Justo cuando arribamos a las instalaciones,
como si sólo estuvieran esperando nuestra llegada, comenzó el operativo de
desalojo.
Eran en ese momento después de las 7 de la
noche cuando inició el ingreso de los policías al edificio. Con los primeros
que se enfrentaron fue con un grupo de seguridad apostado a la entrada
principal del edificio. Eran todos normalistas
hombres, quienes cubrían sus rostros con paliacate, mantenían, hasta ese
momento, infranqueable el acceso.
De hecho, la policía penetró al inmueble por las
diversas entradas del enorme complejo de oficinas, en una acción perfectamente
sincronizada.
Ya adentro, decenas de policías comenzaron a
golpear a cuanto normalista se les atravesara a su paso sin importar que fueran
mujeres u hombres, ya que la consigna era clara: desalojar el inmueble y
rescatar a los funcionarios y al reportero, a quienes tenían detenidos en
contra de su voluntad.
Entre los retenidos estaban el titular de educación
Oscar Ponce, Gabriela Gutiérrez, coordinadora de comunicación social, Marcelino
Flores Lozano, Director de Educación Media Superior, Mario Gutiérrez Reyes,
Subdirector de Normales y el periodista Maurilio Batres, de Hidrocálido, de hecho, el agravamiento
de la salud de Marcelino Flores y Maurilio Batres, el primero de ellos con los
efectos de la diabetes e hipertensión, y en el segundo, por epilepsia, fueron
el factor determinante para llevar a cabo el operativo con el fin de liberar a
los retenidos, y especialmente a los enfermos.
Las dos personas quebrantadas, presentaban ya
signos de un estado de salud delicado, pues sus afecciones exigían, ya para
esas horas del la noche, el suministro de medicamentos y atención hospitalaria.
El general Eddy, al frente de los granaderos,
cargando un fuete en mano derecha, iba golpeando a quien se le pusiera en
frente en su camino hacia la Dirección General del Instituto, mientras ordenaba
el sometimiento y detención de los normalistas.
Al llegar a la puerta del edificio principal,
ésta se encontraba bloqueada por decenas de normalistas, quienes fueron sometidas
a golpes, empellones, algunas fueron arrastradas, logrando así
despejar la enorme puerta de cristal, misma que derribaron para ingresar al
inmueble, en donde había más normalistas, a quienes les brindaron el mismo
trato que a los demás.
Decenas de normalistas resultaron heridas a manos
de los elementos de la Policía Estatal, al mando del
General Eddy.
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En esa parte del operativo, quienes
custodiaban la entrada al edificio principal del IEA, eran puras normalistas mujeres. A varias de ellas las tiraron al piso sin ningún
tipo de consideración y los policías se les fueron encima, así, literal, los
elementos las mantenían inmovilizadas en el piso con sus propios cuerpos aplastándolas
bajo sus escudos.
No supe en qué momento mi jefe, pasó de
observador y gestor para que los policías no las golpearan, a ser parte activa
en el operativo, liberando a normalistas aplastadas. Él comenzó a rescatar a normalistas de los
pesados cuerpos de los policías.
Williams, de complexión corpulenta, con sus
manos, comenzó a cargar en vilo a los elementos que mantenían a las jovencitas
inmovilizadas en el piso. Sujetándolos
del cinturón y la parte trasera de sus chalecos antibalas, los fue removiendo,
quitándoselos de encima a las normalistas para que pudieran librarse de esa
tortura. Fueron momentos de confusión,
golpes, gritos en medio de la oscuridad.
Los elementos policiacos, conforme avanzaban,
iban neutralizando a golpes a los inconformes, y una vez sometidos, los iban reuniendo
en grupos de 10 o 20, obligándolos a permanecer sentados en el piso y
amedrentándolos con los toletes y con perros entrenados para este tipo de operativos
violentos.
Esta operación no se llevó más de 20 minutos
cuando la situación ya estaba controlada.
Una vez que la policía tuvo el control del
inmueble, las dos personas enfermas fueron trasladados a un hospital para recibir
atención médica y los funcionarios retenidos, salieron del inmueble.
El general Eddy nos mostró unas 12 armas
blancas, entre cuchillos y machetes, supuestamente decomisados en el operativo.
De eso no me consta porque todos los normalistas que yo pude ver, ninguno de
ellos traía cuchillos, sólo un palo largo, a manera de bastón, que suelen usar
como arma de defensa.
Con la situación controlada y decenas de
estudiantes detenidos, concentrados en la explanada principal del edificio, tirados
todos al piso, en medio de la oscuridad, apareció Ángeles Aguilera, “La China
Aguilera” quien en ese momento ostentaba el cargo de Subsecretaria de Gobierno
de Luis Armando Reynoso Femat.
-Qué
hacemos licenciada, yo en este momento
le entrego a usted las instalaciones ya recuperadas y a las personas ya
liberadas, pero tengo muchos detenidos, qué les hago? le preguntó el
general, quien desde el inicio del conflicto había manifestado su malestar por
exponer así a su corporación en la solución de un problema de carácter político y que estuvo mal manejado desde el inicio.
Después de titubeos, atinó a decir:
- A
poner a disposición de la autoridad mi general, hay que ponerlos a disposición.
-¿A
todos? Son muchos más de 100, de verdad quiere que a todos? le espetó el
general y el silencio se hizo.
Mientras tanto, mi jefe y yo, nos
interponíamos entre los normalistas y los policías porque a pesar de que ya los
tenían sometidos, les seguían brindando puntapiés y rodillazos.
-Mira,
Carlos, ve con aquel grupo porque los polis se están pasando de lanza.
En efecto, los policías estaban amedrentándolos con perros y con patadas, cuando yo llegué se moderaron, pero la tensión seguía muy elevada.
Finalmente lo que decidieron fue, consignar a
23 normalistas a quienes presentaron ante el Ministerio Público y al resto, se
los llevaron a la normal, a bordo de los mismos autobuses que usaron para
llegar, de Cañada Honda, a la ciudad.
Así fue como terminó esa tarde del 2 de junio
de 2010, fecha en que las normalistas siguen conmemorando como una fecha
especial en la historia de su activismo estudiantil.