El “Henechizo”
27 de junio 2019



“…Le pregunté: ¿A dónde vamos a ir a parar? Me respondió: ¿A dónde quieres que te lleve ?…”. Y así recordé a Cortázar: “…Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos…”. Ya había comentado que Mariana se había convertido en mi adicción, y ante la respuesta emitida, recordé el tema del “henechizo”.


En una etapa profesional de mi vida, me desempeñé como Agente del Ministerio Público, y como todo buen novato en el tema, se me asignó la “Mesa de Chismes” (hoy llamada Area de Mediación o Facilitación, pero la misma “madre”) en la entonces Dirección General de Averiguaciones Previas. Resulta entonces que se presentó ante mi una mujer, ya entrada en edad, pero además, físicamente muy descuidada y peor mal vestida, para denunciar a específica persona (sexo femenino) de la terrible conducta de “…tener “henechizado” a su marido…”, evidentemente, el marido de la denunciante. Procedí en consecuencia a citar a la “henechizadora” para concreto día y hora. Como en ese tiempo de diez citatorios que se enviaban, por lo menos nueve eran debidamente atendidos, fue que todos los “actores del drama” estuvieron puntuales en el encuentro: a).- La denunciante (que igual se presentó mal vestida y desaliñada); b).- La “henechizadora” (bañada, perfumada, con un vestido ajustado de llamativo color rojo y tirando a “minifalda”), y por supuesto, c).- El sujeto “henechizado” (al que se le veía cansado, pero con una inocultable cara de satisfacción).


Antes de proceder al interrogatorio, con manifiesta molestia, la citada reclamaba el por qué tenía que presentarse con el Ministerio Público. Tuve que explicarle la razón de ello, diciéndole precisamente que estaba “acusada” de “henechizar” al marido de la denunciante, ambos presentes. Su enojo se transformó en incredulidad, y luego en una especie de orgullo personal, que después pasó a significativa burla. La idea era (muy estúpida por cierto) de que, a consecuencia de la cita ante la autoridad ministerial, se procediera a “eliminar el henechizo”, recibiendo por respuesta un contundente no. Como autoridad, no me podía quedar callado ante tal “confesión”, así que le manifesté: “… ¿Reconoce entonces que tiene usted “henechizado” al señor aquí presente?…”, a lo que me reiteró: “…Ya le dije que sí…”. Ante ello, mi estupidez se hizo más que presente, al cuestionarle el cómo o en qué consistía el “henechizo”. “…¿De verdad quiere saberlo?…”, me retó. Y ya metido en el tema, pues tuve que insistir: “…Sí, quiero saberlo…”. Respuesta: se paró del lugar donde estaba sentada, se colocó justo frente a mí, se levantó la falda hasta la cintura y me mostró su vientre, y con ello sus piernas: “…Con esto, señor Licenciado…”. Reaccioné de inmediato y le exigí no se exhibiera de tal manera, ya que era palpable el riesgo de que me “henechizara” a mí también. Desconozco el fin de este drama, ya que si bien no pude solucionar el “problema”, tampoco hubo reclamo posterior.


¿Por qué esta historia? Por fortuna Mariana me ha retirado las dosis que me hacían feliz, y no se ahora si pueda recuperarlas, puesto que no tengo claro a donde pueda llevarme mi adicción a su persona…



Sergio Rodríguez Prieto.
  Junio de 2019. 
Aguascalientes.


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