"Así fue que me hice mamón".
Los momentos
de convivencia con Mariana normalmente se traducen en acabados ejemplos de
armonía universal, donde impera el respeto de las formas de ser y hacer de cada
uno. Determinadas frases que reflejan su actual estado de ánimo (“…Hay
tantos con quien estar, y tan pocos con quien ser…”., y “…Recuerda
que tengo un corazón terco: prefiero errar contigo que acertar con alguien más…”.), me llevan
necesariamente a recordar algunos eventos del pasado, que me ubican en mi “status”
de sujeto afortunado (en otro momento, “adorado” por la vida), y del por qué,
en efecto, me hice “mamón”. Les cuento:
Algunos de
mis compañeros
de secundaria también recordarán el que enseguida muestro. A consecuencia de
nuestro modesto éxito en la Liga Juvenil Intermedia de Futbol en los años de
1966 a 1968 con el equipo del “Colegio Margil”, el Padre Miguel, promotor de
tal actividad en la citada institución educativa, decidió darnos un “premio”,
no en efectivo ni nada parecido, y solamente para quienes, siendo parte del equipo
y obtuvimos el “permiso” para ir a la ciudad de Guadalajara en el mes de marzo
de 1969, es decir, un número reducido. Así me di el lujo de presenciar mi
primer partido de futbol profesional en el Estadio “Jalisco”, y ¡de qué manera!
Viendo jugar al entonces campeón mundial Inglaterra (con Bobby Moore, Jackie y
Bobby Charlton, Alan Ball, Peter Shilton, entre otros) contra la selección
mexicana: ¡Inglaterra vs. México! Jugar es un decir, puesto que el resultado de
cuatro a cero a favor de los campeones, me indicó desde ese momento que en este
deporte, y mucho más con el equipo nacional (salvo la diversión y “desmadre” que
durante y solo por noventa minutos te pueden generar, sea en el estadio, sea
por medio de las transmisiones televisivas), no debe dar pie a mayor preocupación
y encono. Quizá algunos otros hayan iniciado su vida en el futbol viendo al
Necaxa o a Pumas… no les envidio. Y otro detalle: de regreso a Aguascalientes,
esa misma noche terminando el partido, tuvimos escala en Tepatitlán, para poder
cenar/desayunar unas ricas carnitas (realmente poco importaba la hora), y el
restaurante en servicio se encontraba “ardiendo”, ya que una de las “glorias” del
deporte mexicano, la “Tota” Carbajal que ahí se encontraba, despotricaba y en
serio, por la actuación del “Gato” Vargas (que se “tragó” los cuatro goles),
como prácticamente lo hacía la “Tota” con el citado arquero (entonces del
Atlas), y como nosotros lo hicimos con el manjar que teníamos en ese momento
frente a nosotros. Tragadero por todos lados…
El otro
evento ocurrió
en el mes de febrero de 1971 en la ciudad de México. El “Modern Jazz Quartet”,
en su momento, se convirtió en el grupo mas longevo de la escena musical
estadounidense, puesto que sus integrantes (John Lewis, piano; Milt Jackson,
vibráfono; Percy Heath, bajo; y Connie Kay, batería), desde que decidieron
trabajar juntos en el año de 1955, permanecieron sin cambios hasta 1974, fecha
en la que Milt Jackson buscó otros escenarios. Se convirtió la agrupación en la
imagen “mas fina” de la música de jazz, al lado
de Jacques Loussier y los “Swingle Singers” precisamente en los años finales de
la década de los 60’s del siglo pasado. Recuerdo con claridad la versión que
del segundo movimiento del “Concierto de Aranjuez” de Joaquín Rodrigo,
realizaron en la grabación titulada “Collaboration” del año de 1964, con
Laurindo Almeida en guitarra, y que conocí y escuché hasta el año de 1970, ya
radicando en la ciudad de Guanajuato. ¿Qué pasó?
Luciano
Arenas Ochoa, al que conocí como delegado del Instituto Nacional de la Juventud
Mexicana (INJM) y que con su apoyo realicé mis primeros programas de radio,
inicia sus labores como diputado federal en septiembre de 1970, justo en el mes
que inicié mis estudios de la Carrera de Derecho en la Universidad de
Guanajuato. Para diciembre del año setenta, conozco el contenido de un
telegrama enviado a mi domicilio en la ciudad de Aguascalientes, en el que el
citado me invita a visitarlo a la Cámara de Diputados, ubicada en ese tiempo en
la calle Donceles de la Ciudad de México. Tal visita la pude realizar
hasta el mes de febrero del año de 1971. Por supuesto lo contacté, y así me
informó de un programa aprobado por la Cámara de Diputados, consistente en el
apoyo económico que se daría y se estaba dando a los estudiantes universitarios
foráneos (recordar que para el año 70 aún no había universidades en el Estado
de Aguascalientes, y varios de los egresados de bachillerato en este lugar,
emigrábamos a otros estados para continuar los estudios universitarios en
universidades de otros Estados). Me pidió los datos contenidos en la credencial
que me acreditaba como estudiante del primer año de la carrera de Derecho de la
Universidad de Guanajuato, y así de simple, y sin mayores trámites, recibí tal
apoyo económico, y de forma
inmediata. ¿Cuánto me correspondía por ello? Pues lo generado por los meses de
septiembre, octubre, noviembre y diciembre del año de 1970, y enero, febrero y
de una buena vez, marzo de 1971. Con tal “capital”, me retiré gustoso a pasear
por las calles del aún no bautizado “centro histórico”, y al pasar por el Palacio de Bellas Artes, me
entero que justo ese día y a las 20:00 horas se presentaba el “Modern Jazz
Quartet”. No hubo necesidad de pensarlo demasiado… Adquirí el boleto de ingreso
(claro está, en primera fila), y ansioso, esperé que llegara la hora del
evento. Así pues, mi primer concierto de jazz… ¡Poca cosa!
Luego les diré de mi regreso a
Bellas Artes… pero como protagonista. Así que, como me dijo Jesús Avila Guel: “…Ya
sé porque se hace uno mamón…”.
Con esto, le
respondo a Mariana, cuando me cuestiona: “…Júrame que no
tendré que arrepentirme de entregarte hasta el alma…”, porque “…cada
momento a solas es una oportunidad para descubrir nuestro universo interior…”.
Aguascalientes, Ags.
20 de Agosto de 2019.
Sergio Rodríguez Prieto.
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