“Yo si me eduqué en una cantina”.
Por Sergio Rodríguez Prieto
6 de agosto 2019.



“…Aquel que quiere ser amado, debe querer la libertad del

otro, porque de ella emerge el amor; sí lo someto, se vuelve
objeto, y de un objeto no puedo recibir amor…”.

Jean-Paul Sartre.





La vida hoy me muestra una versión diferente de lo que debe ser una relación sentimental, la que por cierto, experimento ahora a plenitud con la presencia de Mariana. La información que se me dio en mi adolescencia no era precisamente la mas adecuada para que esto sucediera, y mucho menos para entender y aplicar la propuesta de Jean-Paul Sartre, porque además, yo sí me eduqué en una cantina.

En efecto: bien recuerdo que a partir de la segunda mitad de aquel año de 1965, empecé a realizar labores básicas de apoyo a las actividades que se  desarrollaban al interior del “Salón Granada”, una afamada cantina ubicada en la Calle de Alvaro Obregón, casi esquina con la de Francisco Villa, cuyos propietarios lo eran mi padre y mi tío, identificados en ese entonces como “Los Bigotones Z” (Erasto y Juventino), actividades que “in crescendo” concluyeron en el mes de septiembre de 1970, cuando emigré a la ciudad de Guanajuato.



Dos acotaciones: La primera es que como Francisco Villa y Alvaro Obregón se odiaban, ni en el Salón Granada pudieron coincidir, y jamás existió la posibilidad de su encuentro, porque en tal esquina se atraviesa también la calle Independencia de México (antes Renacimiento), lo que impide su plena unión; y la segunda, que hoy en día tal cantina sigue de pie, muy deteriorada, pero de pie. Como que hace falta ahora iniciar una “operación rescate”.



Continúo con el relato: en específico, destaco en principio la existencia de los llamados “privados”, así como el servicio que se proporcionaba en el carro (de lunes a domingo, de las nueve de la mañana a las doce de la noche), cuyos clientes lo estacionaban para consumir alcohol en su interior, sin problema alguno, por la calle de Alvaro Obregón, variables éstas válidas por lo ausencia en el pueblo de los llamados “ladies bar” y merenderos (léase: prohibición de ingreso a las mujeres a bares y cantinas). Los “privados” en número de
cuatro se identificaban como “Sofia Loren”, “Gina  Lollobrigida”, “Kim Novak” y “Marilyn Monroe” (y por ello y para entender a qué se debió tal selección de nombres,
la necesidad de ver y ver en su momento “Divorcio a la
Italiana”, “Salomon y la Reina de Saba”, “Servidumbre  
Humana” y “La Comezón del Séptimo Año”, entre otras películas en las que intervenían. Faltó espacio para la construcción de un “Raquel Welch” y de un “Ursula
Andress”). Todo esto y por el servicio, me proporcionaban
ya ingresos generosos, que invertía en la compra de discos. Nadie se molestaba y nadie molestaba. ¿Reglamentos del Municipio? Supongo no existía tal oficina, pero si ya tenía lugar alguno en la nómina municipal, su personal no estaba chingue y jode como sucede en la actualidad, cuya arbitrariedad y abuso son mas que evidentes. Que yo recuerde, nunca problema alguno con tal “autoridad”.


La música al interior de la cantina se cubría mínimamente con la Sinfonola (que aceptaba monedas de “tostón”), “alimentada” con temas de tríos (prácticamente todos los vigentes), Agustín Lara, Marco Antonio Muñiz, Daniel Santos (“…Oyeme Daniel; ¿Y Linda? ¿Linda, Linda? Se fue, me dejó, y sabrá Dios, y sabrá Dios…”), José Alfredo Jiménez, los ya populares “Hermanos Castro”, y sí, “The Beatles”, con “And Love Her” y “Yesterday”. Y reitero, mínimamente, porque a partir de las tres de la tarde, el “ambiente” era cubierto
por  diversos grupos que asistían al cliente (evidentemente con recursos económicos suficientes) en vivo y en directo (tríos, ensambles de cuerda, tipo “Alma  Latina”, de éxito reconocido en el Estado, “Los Johnny’s”, cuarteto de presencia prácticamente imprescindible en el medio cantineril, y los fines de semana la Orquesta de “Los Hermanos Sánchez” o lo que fue el antecedente del
“Mariachi Imperial”).  El tiempo “muerto” era cubierto
por el sonido de la radio (sintonizado cuando se me daba
la oportunidad en el Canal 58 de la ciudad de Guadalajara, o en cualquiera de las únicas cuatro frecuencias existentes en la ciudad). La fiesta estaba asegurada… La Feria de San Marcos, de no más de dos semanas de extensión en esos años, no hacía mella en las actividades del “Salón Granada”.


Tampoco olvidar los eventos que en fines de semana y en fechas específicas realizaban activas e interesadas compañías, para promoción de su productos: Cerveza Superior, Bacardi, Ron Castillo, entre otras, con toda serie de obsequios, incluyendo por supuesto su producto, siempre ello acompañado con grupos de ambientación en los que NO se incluían mujeres (así, o más misóginos). 



¿Qué se bebía? Lo mas socorrido era “torta y refresco” (es decir, cerveza y tequila). El “refresco” era invariablemente la cerveza “Superior”, o en su defecto,  “Carta Blanca” o “Tecate” (aunque en número mínimo). Y la torta podía ser de “queso de puerco” (Tequila Sauza Blanco) o de jamón (Tequila Sauza Hornitos). ¿Brandy? Se repartía entre “San Marcos” (producción local, “con sus siete kilos de uva” por botella), “Montoro”, “Urdiñola”, “Bobadilla”, y escasamente el “Presidente”. ¿Ron? El ya citado “Bacardi”, el “Batey”, el “Rico”, y por encima de ellos, el “Potosí”. ¿Whisky? Apenas el “Old Parr”. Se ponía de moda la ginebra “Oso Negro”, y a falta de todo lo anterior, el “Aguardiente Parras” con refresco de toronja, siempre el “Del Valle”. Y ¿bebidas preparadas?

Solo y básicamente dos: “la sangría” y “el bull”.


En poco más de cinco años, todas las historias que se imaginen al interior del local y por mí conocidas, entre las que destaco la “actuación” de los parroquianos cuando alguien asumía el rol de “Juan Derecho” (el primer ícono en combatir la corrupción en México, personificado por Chucho Salinas en el programa televisivo “Noches Herdez”).



Y a propósito de televisión: las noches de cada sábado, a partir de las 21:30 Horas, las funciones de box; los domingos, a las 12:00 horas, el futbol (normalmente para ver jugar al Atlante, al Necaxa, a los  Pumas, o a los insípidos “cremas” del América); y en temporada, también en domingo a las 16:30 Horas, la “Corrida de Toros” desde la Plaza México.



También hubo drama, y bastante, lo que no trataré en esta oportunidad.



Con esta educación inicial por esencia machista y misógina, ¿cómo responder a un “...Sedúceme la mente, que la ropa se cae sola…”? Pues combinando todo el arsenal de ideas, frases, conceptos, vivencias, tanto del citado Sartre, como de Sabines, Benedetti, Vinicius, y del propio “Salón Granada: “…

Porque para quererte no necesito tenerte, te quiero libre; conmigo o sin mi. Te ofrezco mis brazos para estar juntos, o te doy mis alas para dejarte volar…”. Mariana atinó a responder: “…Hoy, esta noche, no quiero ir a dormir a mi casa…”. La realidad fue distinta: tampoco pudo dormir fuera de ella, y no se trató de solo una noche…


Después de un silencio de días, el mensaje recibido fue alentador y reconfortante: “...Aquí estoy desintoxicando mis sentimientos del dulce veneno que me dejaron tus besos…”.



P.D. Esto a propósito de la idea del “rescate”. Ahora que e l Instituto Cultural de Aguascalientes se está dedicando a administrar antros (Sótano Stallworth, por ejemplo), no sería mala idea que me brindaran su apoyo para el renacimiento del “Salón Granada”, y mantener la esencia de aquella cantina exitosa de siglo pasado, en esta época de “lugares

ruidosos” y sin personalidad. Se vale votación a mano
alzada…


Sergio Rodríguez Prieto.
6 de Agosto de 2019
Aguascalientes, Ags.

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