El edificio de la Normal de Cañada Honda
¿Y el apoyo del alumnado para cuándo?

Luis Gerardo Cortez


Parte de la Historia de nuestra entidad, donde es evidente la mano y el ingenio de don Refugio Reyes Rivas, es la finca que ocupa la Normal Rural ubicada en Cañada Honda. Reyes Rivas es el autor material entre otras cosas, de la finca del Archivo Histórico del Estado, del templo de la Purísima, el templo de San Antonio y de la misma construcción del edificio que ocupa la delegación del INAH en la entidad.

Al ingresar al edificio de la normal, se observa un gran patio adornado por una fuente, el deterioro de las paredes, contrasta con una gran cantidad de placas de agradecimiento de varias generaciones que han pasado por ahí.

Una de ellas y que llamó mi atención, es la que menciona el nombre del profesor Manuel de Jesús Bañuelos Hernández. El profesor, es una destacada personalidad en la entidad, y que defiende férreamente el movimiento normalista, particularmente en la entidad y por supuesto, el cual no se pondrá a discusión.

El citado profesor con su influencia ¿no puede conseguir apoyo entre la población estudiantil para mejorar el espacio que les da de comer, donde vivir y en especial, donde reciben su instrucción-carrera magisterial?

Tampoco es fácil sustraerse y preguntar ¿no pueden entre todas las generaciones que ahí dejaron una placa, hacer algo por el lugar que les dio educación? ¿o solo buscaron su momento de fama? dejando ahí una placa que no aporta nada a la construcción.

Es seguro que más de uno, tienen una vida cómoda gracias al estudio que ahí abrevaron, y que tienen capacidad de ayudar.

Para dónde se dirija la mirada, se nota una falta de mantenimiento brutal, ¿no pueden las personas que ahí literalmente viven dar un poco de su esfuerzo para mejorar? Varios candiles que están en el pasillo del frente y el que da a una especie de torreón, quebrados y que algunas aves aprovechan para hacer sus nidos. Las paredes y pisos de los pasillos exteriores, lentamente ante el desdén de quienes ocupan y ocuparon el lugar, pierden su espíritu y el vigor que tuvo cuando se creó.

Aparentemente los intereses son otros, solo conseguir y no dar más que lo necesario, si es que se da y es palpable.

¿No será posible que el mismo vigor que ponen en sus demandas, para reclamar todo aquello que ellas consideran justo?, y del cual no se pone en duda, ¿podrán ponerlo en recuperar la grandeza del edificio que les sirve para hacerles útiles al estado y por supuesto al país?

Se vale exigir, se vale pedir, pero se vale pedirles también, que pongan atención y tiempo a un espacio que les da, y mucho. De paso poner en alto el nombre del personaje que dicha normal lleva su nombre, Justo Sierra Méndez.











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