A partir de Mañana.

Sergio Rodríguez Prieto.


...A mis cuarenta y diez, cuarenta y nueve dicen que aparento, más antes que después, he de enfrentarme al delicado momento de empezar en recogerme, de sentar la cabeza, de resignarme a dictar testamento (perdón por la tristeza) ...”. 

A Mis Cuarenta y Diez. 

Joaquín Sabina. 

 

 

           ¿Cómo iniciar un año que ya no se encontraba presupuestado? ¿De qué manera contarles el haber muerto por una semana y regresar a la vida, a nada claro aún? En consecuencia, ¿Dónde colocar los buenos deseos recibidos de los conocidos y amigos por “cumplir un año más de vida física”, y dónde las imágenes de quienes ya no están? Y, sobre todo, ¿de qué forma atinada y exacta responder a los reclamos de “Emmanuelle” (nombre propuesto por ella) porque -lo dijo y lo dijo bien- dejó de serla porque decidió dejar de serlo? Por supuesto que ya me cuesta trabajo iniciar exposición de ideas desde tales perspectivas. Cuando te pones a escarbar en la memoria (Víctor Manuel San José dixit), siempre resurgen muchas cosas, que por ahora he decidido sean las que se acercan a la felicidad, a partir de una actual realidad que nos confirma que éramos felices y no lo sabíamos, o de que, cuando estábamos peor, estábamos mejor. Ubico con claridad el mes de diciembre del año de 1965, cuando la realización de “Las Posadas de las Salazar” (Calle Renacimiento, luego Independencia de México. ¿A quién chingaos se le ocurrió suprimir tan bello nombre por uno tan convencional?), ocho de ellas, con rezo y demás (baile y bebidas) y justo a un lado de donde yo vivía: ¡Fiesta! ¡Solo fiesta! Creo que no existía aún Dirección de Reglamentos Municipal o equivalente (¿guardia sanitaria? ¡Uta!) que estuviera jodiendo el ambiente. Y esta idea de ser diciembre sinónimo de sana y agradable convivencia permaneció en mí justo hasta diciembre del 2019, toda vez que en el de diciembre del 2020, se vino a consolidar la tristeza como presupuesto de vida: no hubo antes un diciembre que no fuera de convivencia total, plena y satisfactoria, con todos quienes me pudieron rodear en su momento. ¿Ejemplo mínimo? Aquí con el ya también ausente Armando Manzanero…





           Pero, el motivo de la entrega de esta ocasión y que quiero contarles, ocurrió a partir del domingo 13 de diciembre del 2020, y si bien nada pendiente por hacer tal día, tampoco motivo alguno para estar mayormente recluido, pero a partir de ese día, “me desconecté” del mundo; simplemente el entorno no existió para mí. Me comentaron luego mis familiares cercanos que “me encontraba o estaba físicamente”, pero era claro que no comprendía lo que sucedía a mi alrededor. Luego se me informó que justo en las mismas fechas, mi hermana Rosario estuvo en la misma situación de malestar físico (aunque ella con un estado más crítico por su cuadro adelantado de diabetes). ¿Qué estaba sucediendo? Aun no puedo explicarme lo sucedido… Y lo peor: ¡seguro este wey ya se contagió de Covid! Y como previo a ello, por cuestiones de trabajo tuve contacto cercano con el Licenciado Ramón Torres Armenta (que él sí lamentablemente falleció a causa de esa chingadera), pues se pensó en la realización de la prueba correspondiente (que no se llevó a cabo a fin de cuentas, evitándote así gastos inútiles y mayores grados de angustia existencial). Pasaban los días, y -reitero- simplemente estaba ahí, con malestares no anteriormente vividos, no definibles, no clasificables, no comunes: en pocas palabras, el no entender qué estaba sucediendo, y confundiendo a plenitud situaciones de tiempo y espacio. Nadie tomó decisiones determinantes, porque simplemente no se sabía respecto a qué decidir… Y así fue que se presentó el domingo 20 de diciembre de 2020: despierto como si nada de lo anteriormente descrito hubiera ocurrido, sin dolor físico, sin malestar alguno, sin preocupación alguna, simplemente preguntándome qué día era del calendario, para saber que hacer. La respuesta a ello llegó de inmediato: llamada telefónica que atiendo, y en la que se me informa del fallecimiento de mi hermana Rosario, apenas treinta minutos antes, es decir, a la hora de yo despertar. ¿De qué se trató todo esto? Nunca tendré la respuesta lógica de ello. Simplemente sucedió... 

 

           Y ahora, con esto de los buenos deseos de quienes nos saludaron el pasado fin de año, ¿cuál de todos los propuestos hacerlo realidad? Pues el de no acostumbrarnos a la tristeza en lo que nos quede de vida, que la tristeza no se apodere de nuestro ánimo… Sobre todo, ahora que Mariana ha decidido, en ejercicio del pleno derecho de disponer sobre su cuerpo, a regresar a su mundo de amores apresurados de treinta minutos, o menos… Deben recordar que, a mi edad, solo doy lástima o dinero, y como dinero no tengo…, pues, aunque me insista que “…Me conozco. Te voy a querer siempre…”. 

 


Y si, ¡todo es personal!


Sergio Rodríguez Prieto.

Aguascalientes Ags,.

Segundo Año de Confinamiento.






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