¿Será imposible respeto y diálogo democrático?
Ignacio Ruelas Olvera
9 de septiembre 2024.
El rostro más excelso de la democracia es la igualdad, en consecuencia, su preocupación por políticas públicas que permitan alcanzar esa igualdad. Su peligro es el ejercicio del poder, según M. Foucault, el poder es ascesis, entrenamiento, relación, que adquiere diversos matices en el desafío, ese reto debe darse en el debate entre minorías contrarias en la lucha política, cuya finalidad es llegar a acuerdos. El poder lo convirtieron en un enfrentamiento del que se ha desprendido sordera, prepotencia, intolerancia, escenas lúdicas, sentenciosas y de soberbia, muros narrativos falaces y enajenantes; los que lo tuvieron con su propio “estilito” y los que apenas lo saborean evaden la prueba de Razón de Estado.
La gran ausente, la ética. Basta recordar el discurso del diputado Monreal, “no nos someteremos a la toga y el birrete…”, o el juicio político amenazado por el diputado Sergio Gutiérrez en el consejo general del INE en contra de consejeras y consejeros electorales. No hay argumento digno de un poder legislativo, ni de una mesa colegiada. Ausencia ética en la política. El “Éthos” enriquece toda relación de poder, pues pone en escena medios fraternos; la falta de cordura enruta los ánimos al totalitarismo, lo hacen por medio de una narrativa de “tierra prometida”, discurso que enajena a las masas.
“Etimológicamente, la palabra igualdad proviene del latín aequalitas. Este vocablo está conformado por el adjetivo aequus, que significa «igual», «justo», «equilibrado» o «equitativo»; seguido por los sufijos –alis («relativo a») y –tat («calidad de»).” (https:/definición.com). En las ciencias exactas se refiere a una relación de simetría entre dos expresiones. De la misma manera en tratándose de DERECHOS nos dice de un poder equilibrado en el que no hay ni grande ni menor a otro. “A un ciudadano un voto”.
La búsqueda de la igualdad es la manera de gobernar con políticas adecuadas para reivindicar las demandas en actos de gobierno en beneficio de la sociedad. Enfrentar la desigualdad es ciencia democrática de una vida compartida deseable. La ecuación es simple, que la sociedad sea más igual, que las desigualdades tengan un control desde el poder por vía de acciones gubernamentales viables, presupuestables, auditables, transparentes, sin ocurrencias. La democracia empodera la igualdad, ese es su menester.
Todo el electorado que sufragó el próximo pasado 2 de junio, votaron con la convicción cívica de que se gobernaran las desigualdades, no votaron por una guerra de poder, sino por un entendimiento político por vía del debate responsable y el impulso de acuerdos. El primer capítulo del combate a la desigualdad es exclusión de toda política contraria a una sociedad justa, educada, creadora de culturas… La igualdad es virtud de la política buena. Es preciso alertar del despotismo con toga democrática, mancilla la autonomía y libertad de las personas. Una “mayoría tiránica” no es deseable en México, mancha la democracia, confunden la soberanía del pueblo con el poder absoluto de la mayoría, cuando son la primera minoría. En cifras cerradas, quienes perdieron las elecciones más la ciudadanía pasiva, que “se quedó en casa,” son un porcentaje “bien mucho” mayor que los ganadores.
Debemos superar el mediático “hoyo negro,” real herencia del jefe del ejecutivo federal. Un hoyo negro es donde no hay gravedad, se caen hasta los átomos de luz. No hay razón válida en la sentencia que “el pueblo bueno” otorgó un poder absoluto, eso es una percepción, término que hoy es confundido con hermenéutica. Ni libertad de expresión, tránsito, asociación…, ni autonomía de las personas pueden vivir en un condominio de tipo moral, ni de una sola ideología. “El poder emana del pueblo, por el pueblo, para el pueblo…”, ¡sí, sí y sí!, en un Estado conformado por instituciones. “Una tiranía de mayoría debe temerse tanto como al absolutismo o al autoritarismo… surge la masa…”. (Ortega y Gasset, 2019, p. 180).
Las minorías más votadas no pueden silenciar las opiniones de otras minorías. La convivencia es mediante el uso de razón, esa razón advierte que el Estado no es omnipotente, es Estado de Derecho. Para que el pueblo sea pueblo es preciso no enajenarlo, percibir su diversidad, su pluralidad, su calidad de SER. Suena bonito “pueblo bueno y sabio” pero no dice nada. Ciudadanía, es distinción que cumple con la norma; persona, es calidad de personalidad de cada uno; individuo, es identidad impar e irrepetible. Atribuirse SER el pueblo para disponer de todo. Danna Paola, actriz y cantante, mexicana con más seguidores en Instagram: 31.8 millones, (https:Bing.com/search?q=), sus “likes” son votos, no reclama poder omnímodo, es pueblo. Cuando se respeta al pueblo, el pueblo es sensato, prudente, construye ciudadanía, única opción que dejaron las elecciones 2024. El pueblo ciudadano actúa, “tiene 18 años, cuenta con credencial para votar, tiene un modo honesto de vivir,” existencia cívica, cuña de ser pueblo.