EPICENTRO 20 de septiembre de 2017 Por Carlos Gutiérrez Gutiérrez Este día no escribo de política. Este día...
EPICENTRO
20 de septiembre de 2017
Por Carlos Gutiérrez Gutiérrez
Este día no escribo de política.
Este día, me
permití omitir el formato de mi columna, Epicentro, en respeto a la memoria de
las víctimas de los fuertes sismos de ayer al medio día. Esta columna política de hoy, no hablará de política
sino de las cosas que nos resultan difíciles de digerir, como la tragedia que
ha enlutado a todo los mexicanos, y que nos ha hecho recordar tiempos pasados,
de impotencia, dolor y muerte.
El destino juega,
y a veces juega rudo. Como ayer, hace 32
años, los mexicanos de entonces, amanecimos con la peor de nuestras pesadillas:
un terremoto de 8.2 grados Richter, que sacudía la Ciudad de México. Entonces,
como ahora, decenas de edificios colapsaron.
Ayer, como hoy,
los mexicanos enmudecimos por instantes, pero el trabajo arduo de rescate de
los siguientes días y semanas, impidió quedarnos en nuestras sillas y camas, a llorar
por nuestros desaparecidos.
La solidaridad de
ayer, es la misma que hoy se comenzó a ver desde los siguientes segundos al
sismo de 7.1 grados, porque la gente comenzó a ayudar a sus hermanos en
desgracia.
En 1985 no había
telefonía celular generalizada como la hay hoy, no había redes sociales ni comunicación
por datos. De los pocos teléfonos celulares
que había en esa época, uno de ellos lo tuvo a su alcance Jacobo Zabludosvsky.
Con su teléfono, empotrado en su auto
deportivo, tendió un importante puente de comunicación, al trasmitir al resto
del país, lo que acontecía en las horas siguientes al terremoto. La caída de una
importante red de antenas de telecomunicaciones, dificultó entonces las comunicaciones
por lo que ese famoso teléfono, fue un instrumento de mucha utilidad para
comunicar a los mexicanos lo que sucedía en la metrópoli.
Como ayer, hoy,
muchos mexicanos necesitan de nuestra ayuda, de nuestra solidaridad, de nuestro
respaldo, de nuestras oraciones. Unidos,
hagamos posible que ayudemos a quienes enfrentan la desgracia. Acudamos a
llevar nuestra ayuda, por poca que sea, entre todos, será suficiente para
atender a nuestros hermanos de la Ciudad de México, Chiapas, Oaxaca, Guerreo, Morelos,
Puebla, Veracruz.
A las
instituciones que están recolectando ayuda, consideren dos cosas fundamentales:
consultar la Norma Oficial Mexicana que regula la ayuda en casos de desastres o
los manuales de la ONU, para la gestión de ayuda humanitaria, que entre otras
cosas indican que se evite solicitar y enviar medicamentos, ropa usada y
alimentos perecederos. Prefieran latas,
ropa nueva, casas de campaña, pilas, linternas, abrelatas, agua embotellada,
pañales, toallas sanitarias, y canalicen esta ayuda por los conductos más
seguros como instituciones de gobierno, federal, estatal y municipal, Cruz Roja y clubes de servicio, ya que ellos
tienen más recursos para la logística de envío de este tipo de ayuda.
Nuestras
instituciones están a prueba. Nuestro país está fracturado, nuestros hermanos
requieren de nuestra ayuda… actuemos y regalemos algo de nosotros para los demás.
Mi reconocimiento
a la labor de miles y miles de mexicanos altruistas que en este momento están
arriesgando su vida por salvar la vida de otros. Mi aprecio, a quienes se
desprenden de algo para compartir, y mi admiración a quienes hoy lucha por su
vida, bajo los escombros, con la esperanza de salir convida…

